Confieso que soy incapaz de sumar la ingente cantidad de dinero que los americanos han anunciado para combatir la crisis económica y sanear las entidades de crédito. Primero fueron 700.000 millones de dólares, luego otras cantidades de cientos de miles y ahora un billón más. La única diferencia es que los primeros planes eran muy difusos y ahora Obama, a través del secretario de Estado del Tesoro, Timothy Geithner, ha desvelado algunos detalles dando entrada a inversores privados en la operación de rescate de activos tóxicos. En España hemos pasado de un discurso oficial en el que se insistía en la excelente calidad de nuestro sistema financiero a una actitud dubitativa en la que tanto miembros del Gobierno como representantes cualificados del sector dejan caer que puede ser necesaria alguna medida excepcional.
Urge una mayor concreción del Banco de España y de Economía a la hora intervenir si fuera necesario y dejarse de metáforas de manzanas podridas o ramas secas. Obama ha optado por regar de dólares el sistema, lo que ha motivado ya críticas de premios Nobel como Stiglitz o Krugman que tachan las medidas de confiscatorias. En España parece como si las decisiones más apremiantes se hubieran congelado a la espera de que pase la cumbre del G-20 y la probable crisis de Gobierno posterior, pero hay decisiones que exigen coger el toro por los cuernos.
Artículo publicado en el Diario La Razón (Madrid) por Jesús F. Briceño, el día 26 de marzo de 2009
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