El paseíllo por las aulas de la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP) de banqueros, sindicatos, patronal y ministros, ha certificado el acta de defunción de este Gobierno provisional con fecha de caducidad. Como los yogures, todos los días que pasen desde la nominación oficial de Rubalcaba como candidato del PSOE hasta la convocatoria de las elecciones irá sumando descomposición a un Ejecutivo que no sabe cómo desembarazarse del padre.
A lo largo de la historia ha habido muchos crímenes políticos, unos cruentos y otros incruentos, y los socialistas buscan hoy un Bruto que ponga fin a esta agonía. El síndrome de La Moncloa ha abducido a Zapatero de tal forma que existen dudas a la hora de identificar al verdadero ZP frente a sus imitadores. Cada vez más la realidad supera a la ficción y los geniales clones de Intereconomía te hacen dudar de si el que se asoma cada noche a la pequeña pantalla antes del Gato es Rodríguez Zapatero o su clon. El diálogo de sordos entre la patronal y los sindicatos, con olímpico desprecio a los cinco millones de parados, es fiel reflejo de la desconfianza que a unos y a otros les produce este Gobierno desnortado. Sus intervenciones en la UIMP no han hecho más que certificar que esta legislatura está agotada. El alegato de Rosell en nombre de la CEOE no deja lugar a dudas. La normativa laboral actual es hija del franquismo y nieta de la República y con esas reglas es imposible competir. Toxo y Méndez siguen acampados en el buenismo y la demagogia. Mejor echarle el muerto a la banca que buscar soluciones, y todo ello con la complicidad del titular de Trabajo, Valeriano Gómez, o del bombero-torero José Blanco. Tampoco los banqueros y cajeros están por la labor de hacer esfuerzos de solidaridad. Critican al Gobierno en privado pero hacen la vista gorda en público. El discurso oficial de Fainé (CECA y Caixa) y González (BBVA) es que no dan créditos porque nadie se los pide. Al menos no echaron la culpa de la crisis a los sindicatos. Se pongan como se pongan, esto no da para más.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 18 de junio de 2011
http://www.intereconomia.com/noticias-opinion/gobierno-obsoleto-caducado-20110617


La vicepresidenta del Gobierno Elena Salgado tiene una oportunidad de oro para encauzar las relaciones entre el Gobierno y los fabricantes de automóviles, cortocircuitadas por no se sabe qué mal entendido con el ministro de Industria Miguel Sebastián. A diferencia de otros países España no tiene marcas propias pero la producción de automóviles se ha convertido en un sector estratégico con cientos de miles de empleos. Esta industria es crucial en varias comunidades autónomas y a la sombra de la misma se ha creado una próspera industria auxiliar que es pionera en innovación y encabeza nuestras exportaciones. Será cuestión de echar cuentas pero vale la pena saber si es preferible tener a doscientos mil empleados sometidos a expedientes de regulación de empleo o atender la reclamación de los fabricantes de automóviles que piden ayudas directas de poco más de mil euros para incentivar la venta de coches. Los planes que ha diseñado hasta ahora Industria han sido un completo fracaso y lo que es peor los representantes del sector no reconocen a Miguel Sebastián como interlocutor y apelan directamente al presidente del Gobierno. A la vista de las ingentes cantidades de euros que se han puesto a disposición de la banca huelga presentar las ayudas al sector del automóvil como injustas o discriminatorias cuando otros países como Estados Unidos, Francia o Alemania han habilitado presupuestos especiales a este fin.

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