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Un clamor, elecciones ya

Media España mantiene a la otra media. Entre funcionarios, parados, pensionistas y liberados sindicales la mitad de los españoles trabajan para que la otra mitad viva, o sobreviva, según los casos. En el mundo económico la rebelión contra Zapatero es un clamor y al final los mercados han emitido su veredicto: ¡culpable! Ya no es un problema de liquidez ni de solvencia, estamos ante una crisis de credibilidad y de confianza. La Bolsa se hunde y mientras millones de españoles pierden sus ahorros Zapatero se asombra de que los mercados tengan tan mala idea. La escenificación del pacto entre Zapatero y Rajoy tras su reunión en Moncloa se diluye por la vacuidad de los acuerdos. Zapatero se garantiza la neutralidad del PP a la hora de sacar pecho frente a la crisis griega. En segundo lugar, ambos se conjuran contra el poder de sus virreyes autonómicos en la fusión de las cajas de ahorros.

Quizá no se lo digan a la cara porque los representantes económicos son muy relamidos, pero la España que invierte y trabaja está exigiendo elecciones ya. Zapatero es un lastre al que alguien le ha vendido el efecto multiplicador del gasto como el bálsamo de Fierabrás. Nadie le ha explicado la letra pequeña de la receta que tiene que ver con la política fiscal, la reforma del mercado laboral y de pensiones, la imposibilidad de devaluar la moneda, el incremento de la morosidad o una deuda pública y privada desbocada que puede superar varias veces el PIB.

Se habla mucho de tomar medidas pero quién es el guapo que se presenta a las próximas elecciones con este programa: cerrar ministerios, congelar o bajar el sueldo de los funcionarios, bajar las prestaciones por desempleo, reducir las ayudas no contributivas, desmontar el estado de las autonomías, cerrar o privatizar las televisiones autonómicas, habilitar el copago en la sanidad, eliminar la subvención a los sindicatos. Y así hasta equilibrar las cuentas públicas. Se acabará la paz social pero la teta de la vaca no da para más.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el 7 de mayo de 2010

Zapatero, despedido y en paro

Si Zapatero fuera alto ejecutivo de una empresa habría pasado a engrosar las cifras del paro con mil cien euros al mes durante dos años y luego a vivir de los trinos de Sonsoles. Como CEO de España su gestión ha sido un desastre. Cogió una empresa próspera que daba beneficios y la ha convertido en una sociedad en quiebra. Lo peor de todo, la política de recursos humanos. Ha despedido a más de dos millones de trabajadores, aunque prometió pleno empleo. El paro alcanza ya a uno de cada cinco españoles, pero la paz social es su principal activo, ya que los líderes sindicales son “liberados” con amplios despachos, coches y gastos de representación.

Ni siquiera en reputación corporativa ha superado el listón. Tiene enfrentada a la plantilla y no ha  sabido transmitir valores de unidad y de reconocimiento de marca. Los viejos problemas derivados de las  rencillas de antiguas fusiones han aflorado y tienen dividido al personal en grupitos y banderías. La política de deslocalización es un puro disparate. Las sucursales están en guerra contra la matriz, no respetan a sus representantes y quieren imponer sus normas. Las previsiones no se cumplen y tiene que emitir profit warnings cada trimestre.

La dirección financiera es manirrota y acumula más deuda. Gasta cada año el doble de lo que ingresa y las agencias de rating  penalizan a la empresa rebajando su calificación. El descrédito y la falta de confianza colocan a la empresa que dirige Zapatero en los rankings junto a otras sociedades poco eficientes. Como la situación va de mal en peor y los mercados no se fían suben los tipos de interés de los préstamos. Desde hace varios ejercicios no se reparte dividendo, pero ni Zapatero ni el resto de los miembros del consejo se han bajado el sueldo. A pesar de la crisis la junta general no se convocará hasta 2012. España se cae a pedazos mientras otro grupo de accionistas espera ver pasar el cadáver del enemigo sentados en el poyete de Génova.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gacetea (Madrid) el 29 de abril de 2010

Mini diálogo social

Cuando no hay harina todo es mohína y ésta parece que va a ser la tónica de este diálogo social reducido a la mínima expresión. Los interlocutores están “quemados” antes de posar para la foto. Los sindicatos por su actitud pusilánime ante la crisis y la CEOE porque no ve más allá del abaratamiento del despido con un presidente en la picota. Las relaciones laborales en el siglo XXI son algo más que un horario, una nómina, un despido o una jubilación. La casuística se ha multiplicado de tal forma que ni los convenios sectoriales o provinciales o el papel que las leyes otorgan a los sindicatos son de aplicación en la actualidad.

Habrá quien piense que no es momento de abrir el melón de una reforma laboral en profundidad y dudo mucho de que con el talante del actual inquilino de La Moncloa tal reforma tuviera éxito, pero la base de toda nuestra organización laboral, el Estatuto de los Trabajadores, está pidiendo una revisión total. El citado Estatuto fue aprobado en 1980, y aunque ha sufrido casi medio centenar de modificaciones, el sistema productivo y las prioridades políticas, económicas y sociales andaban por otros derroteros.

España ha cambiado mucho en estos treinta años. La transformación de una sociedad agrícola e industrial a una de servicios, la adhesión a la Unión Europea, la liberalización de los mercados, el fenómeno de la emigración, la plena incorporación de la mujer al mercado de trabajo y, sobre todo, la aceleración del cambio tecnológico ha transformado la estructura económica y ha incidido de lleno en el empleo. Cuando se aprobó el Estatuto de los Trabajadores no existía Internet y el desarrollo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) ha dado origen a una Nueva Economía que necesita nuevas reglas de juego. Quizá a los agentes sociales les baste un acuerdo de mínimos que garantice más la paz social que el progreso, pero el Gobierno debería ser más ambicioso y abordar una reforma en profundidad. Sólo así podremos coger el tren de la recuperación con los deberes hechos.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el día 21 de enero de 2010