- Zapatero hunde su credibilidad en el peor semestre de su mandato
Termina la presidencia española de la Unión Europea con uno de los peores escenarios que jamás pudo imaginar el presidente del Gobierno. Lejos de servir para encumbrar a José Luis Rodríguez Zapatero al Olimpo de estadistas de talla mundial al que aspiraba, su figura y su prestigio han caído en picado pasto de las más voraces críticas dentro y fuera de España.
Noventa millones de euros ha costado mantener la tramoya de un semestre en el que se han programado actos cultuales, reuniones informales de ministros y grandes cumbres que han terminado en fiasco, como la de UE-EE.UU, a la que Barack Obama excusó su asistencia aguando la fiesta de la conjunción cósmica a Leire Pajín y la del Foro del Mediterráneo (Barcelona), que ha sido aplazada. Coincide este final de etapa con el XXV aniversario (12 de junio) de nuestra incorporación a la denominada Comunidad Económica Europea (CEE), firmada entonces por Felipe González y Fernando Morán, y la efemérides no puede ser más triste para el inquilino de la Moncloa y el Gobierno que preside, acorralado por la oposición, abandonado por sus socios políticos, contestado por sus bases y recriminado por los sindicatos.
Este semestre bajo presidencia española será recordado como uno de los peores vividos por la Unión Europea en el que, además, España, lejos de alcanzar la gloria prometida por un lenguaraz Zapatero, ha sido expuesta al escarnio público con todas sus miserias al descubierto.
Hasta los elementos se pusieron en contra de España. Primero, por el protagonismo compartido al que nos obligaron los nuevos estatutos de la Unión, con Van Rompuy, Durao Barroso y Catherin Aston, presidente del Consejo, de la Comisión y Alta representante para el Exterior de la UE, respectivamente; en segundo lugar, por la enfermedad del Rey D. Juan Carlos, que le apartó de los actos institucionales; en tercer lugar, por la erupción del volcán islandés que tuvo una semana paralizados los vuelos en gran parte de Europa en el apogeo de las reuniones previstas en España. El gafe de Mr. Bean suplantando a Zapatero, con el que se inauguró la web de la presidencia española tras ser hackeada, ha condicionado el desarrollo de los acontecimientos que han ido de mal en peor.
Inauguramos en enero la presidencia de la Unión Europea como un país libre y soberano y la acabamos, seis meses después, como un protectorado, con la economía intervenida y teniendo que someternos a un examen del Ecofin a mediados de junio ante los socios a los que presidimos. La ministra Elena Salgado, cesante en todas las quinielas, tiene que ir a cantar la lección a Bruselas y aguantar, con los nervios propios de un bachiller ante la prueba de selectividad, si obtiene un aprobado o un suspenso del tribunal europeo.
Una vez más el Gobierno ha tenido que modificar a la baja la previsión de crecimiento de la economía española e incrementar las cifras del paro, dando la razón a los que vienen clamando por un cambio de rumbo de nuestras cuentas públicas. Ahora, las estimaciones del Ministerio de Economía y Hacienda se basan en una previsión de disminución del PIB del 0,3% en 2010, y de unas tasas de crecimiento del 1,3% en 2011, del 2,5% en 2012 y del 2,7% en 2013. Esas nuevas previsiones para los tres próximos años son inferiores a las estimadas por el Gobierno al comienzo del ejercicio y de la presidencia europea, en cinco décimas en 2011, y en cuatro décimas en 2012 y 2013. El plan de recorte del gasto público, aprobado recientemente por el Gobierno, implica una revisión a la baja del consumo y la inversión pública y las transferencias corrientes tanto en 2010 como, sobre todo, en 2011 y, lo que es peor, un incremento del paro.
Según la cantinela del Gobierno este semestre era el de los brotes verdes, el que marcaría el final de la crisis y el principio de la recuperación y la creación de empleo. El periodo en el que Moratinos pensaba oficiar como gran pope de la Alianza de Civilizaciones comenzó, según las encuestas, casi con un empate técnico entre el PSOE y el PP y con una valoración superior ante los españoles de Zapatero sobre Rajoy. El Gobierno venía avalado por unos Presupuestos Generales del Estado recién aprobados con el apoyo explicito de algunos partidos regionales, además del PNV, que garantizaban la estabilidad en este periodo de presidencia europea. Incluso contaba Zapatero con el apoyo implícito del líder del PP, Mariano Rajoy, comprometido con llevar a cabo una oposición de baja intensidad a lo largo del semestre para no descreditar la posición institucional de España durante el mandato como presidente de turno de la UE, además del apoyo incondicional de los líderes sindicales Toxo y Mendez.
Pero todo se ha ido al garete. La crisis griega, que puso al país heleno al borde la suspensión de pagos, nos colocó a los pies de los caballos poniendo en entredicho nuestra solvencia. La OCDE, el FMI, las agencias de rating Fitch, Moody´s y Standard and Poors y la propia UE cayeron como buitres sobre nuestras cuentas exigiendo a Zapatero el control del gasto y la austeridad tantas veces negada a la oposición. El ocaso de Zapatero y de lo que representa su Gobierno se escenificó en la reciente votación del decreto para ahorrar 15.000 millones de euros a costa de cercenar la política social, congelar el sueldo de los funcionarios e impedir el endeudamiento de los ayuntamiento, salvado in extremis por el oportunismo de Duran Lleida (CiU) y con las cámaras y la calle exigiendo elecciones anticipadas.
Una veintena de poblaciones española han sido testigos de caravanas de ministros europeos y altos cargos, gratis total, a razón de medio millón de euros al día, con toda su parafernalia de escenarios, escoltas, coches banquetes y regalos. La mayoría de los actos programados podían haber sido perfectamente prescindibles ya que las reuniones realmente importantes se han seguido celebrando en Bruselas, como los Consejos de la UE o las reuniones del Ecofin. Mientras España daba carta de naturaleza a este despilfarro, agravado por las dádivas de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, hemos alcanzado en el semestre el récord de parados en la historia de España (4.612.000), han cerrado más de 200 empresas diarias y el FMI nos ha situado en el furgón de cola de las economías occidentales. Además, el Banco de España ha seguido reclamando reformas estructurales y han arreciado los calificativos despectivos: pigs (cerdos) o gipsy (gitanos) con los que nos ha obsequiado la prensa financiera internacional.
Haciendo de la necesidad virtud, Zapatero alardea de su liderazgo para afrontar el rescate financiero de Grecia cuando la realidad es que España ha sido la gran ausente de las decisiones que han protagonizado Durao Barroso, Van Rompuy, Ángela Merkel y Nicolás Sakorzy. La puntilla a nuestra soberanía fue la llamada al orden del presidente americano Barack Obama a Zapatero alarmado por la deriva de nuestra economía. Y es que la deuda de España, superior a los 600.000 millones de euros y que puede alcanzar un billón ochocientos mil millones si sumamos a la del Estado la contraída por las empresas, inquieta y mucho a los acreedores preocupados por el riesgo de una hipotética quiebra en cascada de otros países del sur de Europa.
Tras el fiasco de las cumbres entre la Unión Europea y Latinoamérica celebradas en Madrid el pasado mes de mayo, que transcurrieron sin pena ni gloria, y donde algunos mandatarios pintorescos como Evo Morales o Cristina Fernández de Kirchner se permitieron el lujo de criticar a España por el affaire del juez Baltasar Garzón, poco más queda en la agenda de la presidencia española de la Unión Europea. Un fin de fiesta con la diversidad -tan del gusto de zapaterismo- como argumento, en el que participarán artistas como Niño Josele, Estrella Morante, La Musgaña y Mercedes Peón, y un concierto de músicos belgas, húngaros y españoles al que tienen previsto asistir los Reyes y el Gobierno en pleno, el próximo día 26, pondrá fin a este periodo que Zapatero recordará como el semestre horribilis de su mandato y el principio del fin de su permanencia en la Moncloa.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en la revista EPOCA el 13 de junio de 2010
Comentarios recientes