El Gobierno lleva dilatando la toma de decisiones enérgicas para hacer frente a la crisis amparándose en medidas populistas avaladas por un discurso con tintes electorales. España lleva sufriendo las consecuencias de la crisis internacional que se ha traducido en sequía de liquidez, paro, recesión e, incluso, un principio de deflación. Pero es más grave nuestra crisis doméstica provocada por una sobreexposición al crédito inmobiliario. Esa crisis ya ha derribado la primera muralla en CCM. La gestión ha sido evidentemente inadecuada, pero la resolución ha sido innecesariamente torpe apurando por el Banco de España unos plazos que han costado credibilidad al sistema y una sangría en depósitos. El propio Presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás, reconocía ante la Comisión de Economía del Congreso que el Gobierno no estaba a la altura de la envergadura de la crisis, que se debían tomar nuevas medidas y que si éstas fallaban nos arrastrarían al fondo. También era vox populi en el sector que el Fondo de Garantía no era la solución porque el salvamento de una sola entidad podía dar al traste con todo el depósito acumulado. La intervención de CCM ha hecho saltar las alarmas ya que aún reconociendo la solvencia general del sistema bancos y cajas están obligados a provisionar el cien por cien de las hipotecas concedidas tras dos años de mora y esa realidad no hace más que agravarse. Felicitarnos de que los clientes de CCM tengan sus depósitos garantizados por el Banco de España no debe eludir la exigencia de responsabilidades a sus administradores. Al menos debe tomarse nota de que la creciente politización de las cajas y las batallas partidistas por controlar sus órganos de gobierno son otra rémora para garantizar la solvencia y la eficacia del sistema.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el Diario La Razón (Madrid), el 31 de marzo de 2009
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