La economía de los especuladores se derrumba a pasos agigantados. Aguirre Gonzalo, patriarca de los siete grandes (pull de los bancos españoles hasta la etapa de las fusiones) distinguía entre el dinero de contar y el dinero de apuntar. Luego esta idea se la apropió López de Letona ante el acoso de Mario Conde que era un genio de los del dinero de apuntar y que poco después daría con sus huesos en la cárcel. Las noticias que hoy inundan las redacciones y los mercados repiten en sus titulares las palabras, depresión, crisis, crac, crash, quiebra, debacle, desplome, ruina, etc.
A media mañana el Banco Central Europeo (BCE) intentaba poner puertas al campo inyectando 30.000 millones de euros destinados a los bancos comerciales de la zona euro para espantar al fantasma del miedo, de la depresión del 29, pero el éxito de estas medidas intervencionistas no está contrastado, sino todo lo contrario, porque es prácticamente imposible luchar contra el mercado. Mercurio, pequeño dios del comercio, se ha hartado de tanto cantamañanas como pulala por ahí. Hay que verlos llegar a las empresas con sus trajes de mil euros, rolex y corbatas de Hermes despreciando a los que realmente generan riqueza, pelo engominado o taconcitos de pitiminí, dando recetas en power point que han aprendido en un master carísmo -in english of curse- que haría sonrojar a un estudiante de económicas de una universidad pública, alumno por ejemplo, de un Fuentes Quinana o de Tamames o de Juan Velarde, que tampoco hay que rascar tanto. Los que realmente saben están en la cátedra, no en el
master bussines.
Como lo he vivido lo cuento; la desfachatez de los representantes de los bancos de inversión, buffetes de fusiones y adquisiciones, auditores y consultores de seis dígitos y analistas de inversión a la hora de hacer su trabajo sólo me trae a la memoria la fábula del Rey desnudo. Dicen tantas tonterías en varios idiomas que recuerdo a uno de mis directores, Jaime Campmany, cuando escribía que hay algunos tontos que pueden ser analfabetos en varias lenguas, si es que han tenido la suerte de ser políglotas. Toda su aportación, tras muchos Harvards en el bolsillo, se resumen en dos, como los Mandamientos, que hay que echar empleados para ser más eficientes y que las compañías hay que trocearlas como reses en el matadero para venderlas y si tienen solares mejor, porque se hipotecan y así damos otra vuelta al apalancamiento financiero y con muy poco cash (dinero del de contar) podemos hacer verdaderas fortunas del dinero de apuntar. Y así sigue la rueda, porque el riesgo se lo endoso a otro y yo me llevo la comisión. Elemental, amigo Watson, que diría Sherlock Holmes.
Los de Lehman Brothers eran los reyes del mambo, el cuarto banco de inversión de Estados Unidos y el primer colocador de bonos del mundo, ¡ahí es nada!, y hoy están en la quiebra, y Merrill Lynch, con un presidente -John Train- que cobra la bonita cifra de 30 millones de dólares al año, no les ha seguido porque lo acaba de salvar Bank of América. Detrás viene la mayor aseguradora estadounidense AIG, que está más seca que el Manzanares en agosto, y que necesita otros 40.000 millones para el día a día, y antes cayeron las hiptecarias Fannie Mae y Freddie Mac, salvadas por la campana de Bernake y Bush y la repercusión de todo este tsunami en la Bolsa es de las que hace época con caídas que encabeza el Halifal Bank of Scotland, que llegan a mediodía al 20 por 100. Y eso a pesar de que el barril de petróleo retrocede por debajo de los 93 dólares y da un pequeño respiro a la balanza de pagos de los países europeos, especialmente España. Pintan bastos y bancos y constructoras pagan el pato en la Bolsa. Nadie aprende, ¿alguien se acuerda de los Arturos (la prepotencia de Arthur Andersen rayaba en el desprecio a los colegas y clientes y ellos eran los encargados de auditar a las compañias más importantes del mundo, entre ellas Enron, de la que se han vendido hasta las letras de su logotipo y sus socios acabaron entre rejas).
La Economía es así. Ni Schumpeter ni Friedman ; ni Keynes ni Galbraith aportan ninguna luz a este sálvase quien pueda en los mercados. Tan sólo Solbes y Zapatero lo han visto claro: Hay que esperar que la crisis limpie la economía y, mientras tanto, dediquemos nuestros esfuerzos a otra cosa. Tres mil trescientos parados más al día, (y que superará los tres millones en 2009) una inflación por encima del 5 por 100 y un crecimiento del PIB del 1,8 (que equivale a recesión) no son más que una anécdota que la historia dentro de veinte años recordará en los libros de texto como la crisis del 2008. Una más; el muerto al hoyo y el vivo al bollo.
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