Lo más llamativo de la protesta de los autónomos contra el Gobierno es que ha salido a la calle gente que no lo había hecho nunca. Ciudadanos honrados que pagan sus impuestos, madrugan para abrir la tienda y se acuestan tarde colocando la mercancía. Profesionales que han levantado sus empresas con gran esfuerzo y que conocen por su nombre a cada trabajador que han empleado. Los autónomos constituyen la primera multinacional de España y si cada uno pudiera crear un puesto de trabajo no sólo se absorbería todo el paro actual, sino que se crearía un millón más. Los autónomos no encajan en ninguno de los planes diseñados por el Gobierno, ni son banqueros ni pobres de solemnidad, pero pueden llegar a serlo porque han invertido todo su patrimonio. La semana que viene tres millones de autónomos se enfrentan a sus declaraciones de IVA, nuevo modelo 303, teniendo que ingresar en Hacienda un 16 por 100 de facturas que no han cobrado y que quizá no cobren nunca, entre ellas deudas de la Administración por más de 5.000 millones de euros. Los autónomos no tienen vacaciones, no enferman y no se pueden jubilar hasta los 65 años. Lo que tanto temía el Gobierno ya se ha hecho realidad y la protesta ha llegado a la calle. De momento son pequeñas manifestaciones, pero cuatro millones de parados no se pueden ocultar debajo de la alfombra.
Artículo publicado en el Diario La Razón por Jesús F. Briceño, el día 27 de marzo de 2009
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