Todo parece indicar que el Gobierno ha renunciado a la foto que tanto buscó con los agentes sociales antes del verano. Entonces Zapatero, gran timonel del Plan E, esperaba recoger los réditos de los brotes verdes, pero hoy el presidente del Gobierno es un activo devaluado que, salvo para el sindicato de la ceja, nadie quiere como compañero de viaje. Gerardo Díaz Ferrán lanzó en el mes de julio un órdago muy jaleado por la oposición, pero UGT y CCOO respondieron con un pulso apoyado por el Gobierno que desbarató los planes de la CEOE. De nada sirvió el apoyo del Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en favor de una reforma laboral “anticrisis” o las tesis del Comisario de Economía de la UE, Joaquín Almunia, sobre la “flexiseguridad”.
La fuerza de quien tiene el BOE en la mano se ha impuesto a los empresarios que darán su brazo a torcer y se plegarán a las demandas de los sindicatos de retomar el diálogo social firmando los convenios pendientes con incrementos salariales que no estarán indexados a la inflación, ya que por esa vía el año próximo habría que bajar los sueldos. A cambio se abre el melón de un remedo de reforma laboral que no aborda el meollo de la cuestión, que es la indemnización por despido.
Lo moneda de cambio será una rebaja de las cotizaciones sociales, más testimonial que efectiva, ya que a nadie le interesa ahora un incremento de la conflictividad. Elena Salgado le pisa la manguera a Celestino Corbacho y saca otro conejo de la chistera que incrementará el déficit, como es el paro a tiempo parcial, basado en la reducción de la jornada laboral y el cobro de la prestación por desempleo. En Alemania funciona porque Ángela Merkel ha bajado los impuestos para reactivar la economía, pero en España será una fórmula más para edulcorar el número de parados y aumentar el gasto.
Superar el listón del 20 por 100 de paro en la próxima EPA le va aguar la fiesta del G-20 y de la presidencia europea al Gobierno Zapatero y todo vale para escamotear unos cientos de miles de nuevos parados. Ni las fotos con Obama ni el despliegue internacional que tiene previsto el Gobierno en el próximo semestre podrán ocultar que somos la primera potencia europea en generación de paro. Ahora que abundan los reportajes sobre la caída del muro de Berlín parece increíble que sólo alguno de aquellos satélites de Moscú esté hoy peor que nosotros.
Artículo publicado por Jesús Fernández Briceño en La Gaceta (Madrid), el 12 de noviembre de 2009
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