En un reciente foro económico una empresaria de éxito explicó que había decidido no leer periódicos durante varios meses para huir de la depresión. No sólo sobrevivió sino que su empresa es hoy más próspera. Yo no se lo recomiendo a nadie, y si algún diario deben salvar de la pira del desprecio mediático, indulten a LA GACETA. Es posible que ayer un español informado hubiera preferido nacionalizarse andorrano. O, por qué no, ciudadano del Reino Unido, que allí un socialista como Gordon Brown es capaz de convocar elecciones anticipadas, o de Alemania, donde Ángela Merkel defiende cada euro con uñas y dientes.
Cinco siglos después poco ha cambiado España de la magistral descripción de la Sevilla de finales del XVI que relata Cervantes en Rinconete y Cortadillo. Paro y trinque, lo mismo que podemos leer hoy en todos los diarios. Es posible que la trama Gürtel no sea la Filesa del PP, pero es un patio de monipodio que apesta. Si no lo hace por sus militantes, los 4.166.618 parados, muchos de los cuales ven en el PP una alternativa para encontrar un puesto de trabajo, exigen de Rajoy que expulse del partido a los corruptos. Los mismos que tienen derecho a que José Bono explique la elasticidad del dinero público para fines privados. Quizá sea una inestimable contribución a la teoría económica, más encomiable aún que los beneficios del coche eléctrico o las energías renovables.
Precisamente esta semana asistimos a la puesta de largo de los planes para la implantación de la economía sostenible con un denominador común: la subvención. Las ocurrencias de Zapatero contra la crisis se basan en que cada puesto de trabajo que se crea cuesta dinero, sin contar el despilfarro generalizado a través de los ministerios superfluos. Si el ampurdanés Josep Pla viviera volvería a pronunciar su famosa frase al descubrir Nueva York convertida en un ascua de luz: “¿Quién paga todo esto?”
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid) el 8 de abril de 2010
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