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Los viernes, susto o muerte

Rajoy ha anunciado que convertirá cada viernes, fecha habitual del Consejo de ministros, en un nuevo Halloween. “Susto o muerte” es la consigna gubernamental a la hora de presentar las reformas y ajustes que exige la actual coyuntura económica. Los ministros hacen de la necesidad virtud intentando salvar algo del naufragio, pero al final optan por la vía más rápida y fácil que es hacer pagar más a los ciudadanos. Aparte de esa dudosa amnistía fiscal que trata de atraer al redil unos miles de millones de euros, poca imaginación le han echado nuestros gobernantes a la crisis, ya que los problemas van siempre por delante de las soluciones.

A estas alturas del año estamos sin presupuestos y con los grupos parlamentarios enzarzados en minucias, mientras el ejecutivo gobierna por decreto ley o por “canutazo”, que es como se denomina en el argot periodístico esas declaraciones de pasillo que hurtan la tribuna del Congreso. La reforma financiera, piedra angular de la salida de la crisis, lleva meses  empantanada y preñada de rumores que tienen en un brete la credibilidad de la banca. La situación laboral es un despropósito de tamaña envergadura en donde la realidad ha superado con creces la ficción de unas normas anquilosadas y de unos sindicatos que no ven tres en un burro.

Para muchos españoles el principal problema ya no es el paro, es que están trabajando sin cobrar con la esperanza de mantener un empleo y el siguiente paso de este esperpento es tener que pagar por trabajar. Los anuncios de subidas de impuestos, tasas y arbitrios son el pan nuestro de cada día, mientras que las reformas que tienen que ver con el despilfarro y el ahorro se dilatan en discusiones estériles. Ahora estamos a vueltas con el IVA, lanzado por el ministro De Guindos en una rueda de prensa, a ver qué pasa. Se gobierna a base de globos sonda, como el de los peajes en las autovías, igual que se hizo con el copago, y al final, como en el cuento, la rana siempre se convierte en príncipe.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 13 de mayo de 2012

Explicar y convencer

Una de las mayores críticas que se hacen a la democracia parlamentaria es que una vez ganadas las urnas los políticos se olvidan de los ciudadanos. El PP ha ganado las elecciones porque la mayoría de los españoles estaba harto de las mentiras de Zapatero y de su incompetencia, pero no ha sido un cheque en blanco. El Gobierno se ha metido en el quirófano para amputar los presupuestos pero ahora hay que contárselo a la familia. Los técnicos sacan la calculadora, la escuadra y el cartabón y dicen que hay que cortar por aquí y por allá y diseñan nuevos mapas sociales, pero los destinatarios no son entes abstractos, sino personas con nombres y apellidos.

El Gobierno de Rajoy puede ganar la batalla de la estabilidad presupuestaria y de los objetivos de déficit pero puede perder la credibilidad si no es capaz de explicar la necesidad de los recortes y ahí la política gubernamental está haciendo agua. ¿Por qué debo bajarme el sueldo, recortar mi pensión, pagar los medicamentos, ambulancias, prótesis o estudios…? ¿Por qué cada medida de ajuste provoca más paro…? ¿Por qué estamos perdiendo nuestros ahorros en la Bolsa, y no hablamos de especuladores, sino de jubilados y profesionales normales y corrientes…? ¿Por qué esos empresarios tan importantes con los que se reúne el Rey sólo saben recortar y despedir…? ¿Por qué cada vez pagamos más impuestos y vivimos peor…?

Los votantes del PP que han dado una holgada mayoría a Rajoy, muchos de los cuales empiezan a sufrir en sus propias carnes la política de sangre, sudor y lágrimas que está imponiendo el Gobierno, necesitan saber el porqué de estos sacrificios. No basta con los portavoces habituales que han convertido Génova y algunos ministerios en una jaula de grillos, sino que el Presidente debe asumir la responsabilidad de explicar las medidas, bajar a la calle y escuchar el chaparrón de las familias que tienen al enfermo en la UVI. Si estamos mal, pero vamos a estar peor, alguien tiene que explicarlo aunque le partan la cara.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 6 de mayo de 2012

De Guindos tenía razón

No hay nada más estéril en política que negar la evidencia. El Gobierno tiene el compromiso de recortar el gasto pero cuando trata de pasar de las musas al teatro nadie se atreve a decir la verdad. Y si la dice le llueven más palos dentro de su propio partido que desde la oposición. El PP se cuece en su propia salsa porque le da vergüenza decir a viva voz, en ruedas de prensa o en Parlamento, lo que te filtran por lo bajo. Quieren que la prensa les haga el trabajo sucio a base de globos sonda, a ver si hay tormenta o escampa.

Lo de los recortes en sanidad y las distintas formas de copago está encima de la mesa desde antes de que Rajoy ganara las elecciones porque el sistema es insostenible. Se puede endulzar la medida diciendo que las rentas más altas paguen más por las recetas, pero no estamos ante un problema de equidad, sino de cantidad. Si pagando un 10 por 100 más por las medicinas se ahorran 3.500 millones, bien venidos sean, ya que nos seguirá saliendo gratis el otro cincuenta por ciento que cuestan los fármacos. Y si los jubilados tienen que pagar un 10 por 100 que se alegren de que le sale gratis el otro 90 por 100 de la botica. El Gobierno les subió la pensión por un lado y se lo resta por otro, así es la vida y nadie da duros a cuatro pesetas.

La realidad, que es más terca que una mula, ha demostrado que el que tenía razón en este debate era el ministro de Economía, Luis de Guindos, que es el menos político del gabinete, y por eso dice las cosas a la pata la llana y se le entiende todo. Otra cosa es que, como otros de más alta cuna,  esté realmente preocupado por la crisis, porque los tecnócratas que saltan del Credit Suisse, de Goldam Sachs o de Lehman Brothers a los gobiernos, y viceversa, tienen la sangre de horchata y el paro juvenil no les quita el sueño. Igual que los “amos del universo” del FMI que después de ponernos a parir, ahora dicen que a lo mejor nos hemos pasado con los recortes. (Foto: lamoncloa.es)

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 29 de abril de 2012

Las verdades de Montoro

El ministro de Hacienda ha presentado unos Presupuestos sobre los que no caben medias tintas: o marcan el camino de la recuperación o serán un estrepitoso fracaso. Por el bien de todos deseamos que acierte, pero contenemos el aliento ante el funambulista en la cuerda floja salvando el abismo. Las verdades de Montoro ante estos PGE son como las verdades del barquero.

Dice la tradición popular que el barquero exigió a un estudiante más tieso que la mojama que le dijera tres verdades irrefutables para cruzarle el río. Así le dijo: (1) Pan duro, duro, más vale duro que ninguno; (2) Zapato malo, malo, más vale en el pie que no en la mano; (3) Si a todos pasas como a mí, dime, barquero, ¿qué haces aquí? Algo parecido puede contestar Cristóbal Montoro a los que le exigen qué explique las razones que le han llevado a presentar estas cuentas que dan un tajo histórico al gasto y hacen un acto de fe sobre los ingresos.

Más allá del ajuste muy duro de estos PGE, casi nadie se fija en que seguiremos viviendo de prestado, gastando casi sesenta mil millones más que no tenemos, y al fiador o al prestamista hay que darles garantías de que vamos a pagar. Hay quien se rasga las vestiduras porque va a haber menos dinero para casi todo, ¿pero qué esperaban tras el despilfarro de Zapatero?

Es difícil aceptar alguna de las propuestas de estos PGE como la amnistía fiscal, que es un trágala para el delincuente y un agravio para los que pagamos religiosamente nuestros impuestos. El Gobierno pide que nos tapemos la nariz mientras se abren las alcantarillas del fraude para que el dinero negro riegue las arterias anquilosadas de la economía española. Si no queda más remedio habrá que tragar, pero bien puede aplicarse el Gobierno las tres verdades del cuento: Fuera lujos, prebendas y gastos inútiles; pan duro para todos, sin excepciones. Lo que hay son deudas y mejor pasamos este año con zapatos rotos que descalzos. Pero atención a la última: Si perdonas a los tramposos, ¿quién paga la crisis?

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 15 de abril de 2012

El chalaneo de Bruselas

A mi no me ha hecho ninguna gracia el “estrangulamiento” del ministro español de Economía, Luis de Guindos, por parte del presidente del eurogrupo, Jean-Claude Juncker, que ha terminado en el abrazo del oso. Parece como si cinco mil millones más o menos no importaran en este chalaneo en el que se ha convertido nuestra relación con Bruselas. Si Rajoy, al que muchos tenemos por sensato, dijo que el déficit  tenía que ser del 5,8 por 100 no se entiende que le faltara tiempo a Luis de Guindos para aceptar el 5,3 impuesto por la UE, salvo que estuviera pactado de antemano con Ángela Merkel y todo haya sido un paripé.  Cinco mil millones de euros es mucho dinero. Muchos ministerios no tienen ese presupuesto y al final va a tener repercusión donde siempre, en el sueldo de los funcionarios, en las prestaciones sociales o en la subida de impuestos.

De todas formas llama la atención que haya sido precisamente este euroburócrata, Jean-Claude Juncker, el que nos haya impuesto este sacrificio, un ciudadano luxemburgués al que no se le conoce otro oficio que vivir de la política. Jamás ha pagado una nómina, ni siquiera la ha cobrado en una empresa privada, ni ha ejercido como abogado. Se afilió al Partido Popular Social Cristiano en el paraíso luxemburgués y allí ha vivido de bobilis bobilis toda su carrera pública, en la que ha llegado a ser responsable de Finanzas, primer ministro y gobernador del Fondo Monetario Internacional. El Gran Ducado de Luxemburgo es un Edén en el marasmo de tensiones políticas y sociales de Europa, residencia de ricos y sede de bancos opacos, con una ridícula cifra de paro y en donde se vive la mar de bien. Manda huevos, como diría Trillo, que sea precisamente este señor tan atildado, que sólo sabe lo que es pasar necesidad o una huelga general por los reportajes de la CNN, el que nos haga el presupuesto. No les vendría mal a o todos estos capitostes de Bruselas una pasada por la economía real para que sepan lo que cuesta pagar o cobrar una nómina.

Artículo de Jesús F. Briceño publicado en el diario LA GACETA (Madrid), el 21 de marzo de 2012

Apretarse el cinturón

La política económica presenta a veces grandes contradicciones que rayan en la demagogia. Por ejemplo, cuando políticos que nunca se han bajado del coche oficial o ejecutivos con sueldos obscenos, que aplauden las reformas, dicen que hay que apretarse el cinturón. ¿Qué puede significar para un directivo que gana un millón de euros al mes ganar un 8 por 100 menos? ¿Qué puede significar para los miembros de un consejo de administración, ojo, todos puestos a dedo, que salen por encima de 3 ó 4 millones de euros al año, congelar sus retribuciones? ¿Cómo explicar a los accionistas modestos de empresas del Ibex que han visto como sus títulos se han reducido a la mitad, que los responsables de las mismas cobren diez veces más que el salario del Rey o veinte veces más que el del presidente del Gobierno? Eso sin contar las empresas que están dando pérdidas y a sus directivos se les premia con sueldos e indemnizaciones de vértigo. Es muy fácil hablar de apretarse el cinturón cuando un agujero más o menos no va a cambiar tus hábitos de vida o tu restaurante favorito.

Sorprende también la sonrisa de los políticos cada vez que anuncian un nuevo ajuste o recorte. Es cierto que los asesores en fotogenia así se lo recomiendan, ya que no hay que dramatizar y siempre hay que dar una imagen positiva, pero maldita la gracia que le hace a mucha gente las decisiones que se están tomando. Ahora se proponen algunos experimentos con los parados de dudosa utilidad, como el trabajo social, que no es más que una cortina de humo ante la imposibilidad de crear empleo.  La ministra, que ha sido capaz de presentar una reforma laboral necesaria, se está  metiendo en un charco que trata de desviar la atención hacia las CCAA y ayuntamientos que están más tiesos que la mojama. El parado no es un parásito ni hace falta tenerlo entretenido. Sea valiente y regule cuándo se pierde la prestación si se rechazan ofertas de empleo. Los experimentos, como dijo Eugenio D’Ors, con gaseosa.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid) el 11 de marzo de 2012

Podar las autonomías

En los primeros años de la transición se hizo popular la ocurrencia del profesor y ministro Manuel Clavero Arévalo de calificar al naciente estado de las autonomías como la tarta de quesos o el café para todos. De esa inocente broma ha surgido un dios Cronos que devora a sus hijos casi a la misma velocidad que los crea. Conviene recordar que salvo las denominadas comunidades históricas como el País Vasco o Cataluña, en el resto de España el sentimiento de identidad política, más allá del flolklore, la cultura o la gastronomía, era prácticamente nula. Tanto es así que se inventaron banderas, himnos, fronteras y se buceó en los entresijos de la patria chica buscando ancestros diferenciadores.

De una tímida asignación de transferencias se pasó a una orgía de estatutos en los que los nuevos entes entraron como elefante en cacherría en las competencias del Estado. Durante el mandato de Zapatero se jugó con fuego en una carrera desbocada a ver quien tenía más competencias que su vecino. El propio Consejo de Política Fiscal y Financiera, que tiene que coordinar las políticas públicas entre el Estado y las CCAA, se convertió en una comparsa en la que éstas imponían su criterio al Estado en un chantaje permanente, a caballo entre el despilfarro y el boato.

Ahora todos se rasgan las vestiduras como si nadie tuviera la culpa del déficit de nuestra administración, cuando la realidad es que todos han mirado para otro lado, ya que los votos en el Parlamento para mantener las estabilidad de los gobiernos de turno exigían esas componendas.  Urge ahora una enmienda a la totalidad al actual mapa autonómico y redefinir con sentido común las competencias y los servicios que pueden ofrecer las distintas adminsitraciones, ya que el mejor Estado del bienestar es aquel que podamos mantener.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid) el 10 de marzo de 2011

http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/podar-autonomias-20120309

Ganar la calle

La estrategia estaba escrita desde mucho antes de perder las elecciones. La izquierda no se resigna al veredicto de las urnas y trata de ganar en la calle lo que le ha negado el recuento de los votos. El viejo tópico de obreros y estudiantes unidos en la lucha contra no se sabe qué vuelve a cobrar fuerza a falta de mejores ideales. Durante los siete años de gobierno socialista bajaron los índices de conflictividad laboral hasta que a los sindicatos no les quedó más remedio que montar la “huelguita” general ante Zapatero manostijeras. Lavada la cara de la dignidad sindical, Méndez y Toxo se han echado la izquierda a la espalda ante el desiderátum del PSOE y el cabreo de numerosos colectivos que se sienten engañados ante la merma de lo que creían derechos y no son más que molinos.

De todas formas los errores en política no salen gratis y aunque la autocrítica esté más unida a la dialéctica marxista que al ideario centro reformista liberal, alguien debería pensar en qué se han equivocado en la Comunidad valenciana. ¿Cómo es posible que una de las regiones más prósperas de España sea hoy líder en deuda y paro? ¿Cómo es posible que sea capaz de organizar los dos eventos más importantes para ricos, como son la Copa del Mundo a Vela y el Mundial de Fórmula Uno, y no pague a los colegios y quite la calefacción a los Institutos como en la posguerra? Y no es un problema sólo de la educación pública. Lo sufre la escuela concertada laica y católica que, aunque protestan menos, acaban de cobrar deudas de julio del año pasado y siguen con el agua al cuello.

La reforma laboral es una gran excusa para la demagogia y los recortes sociales que vendrán incendiaran las calles como si Madrid y Valencia fueran Atenas o Salónica. Ahí veremos si los políticos responsables de la economía y el orden público se ganan el sueldo. La izquierda busca un mártir y nada más fácil que provocar hasta que a alguno se le vaya la mano ante decenas de cámaras y teléfonos móviles. Y ahí arderá Troya.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 23 de febrero de 2012

http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/ganar-calle-20120222

Bruselas sigue apretando

Ya tenemos las tres patas para un banco: estabilidad presupuestaria, reforma financiera y reforma laboral. Pero Bruselas quiere más y tiene su parte de razón, aunque la medicina de caballo es buena para los equinos, pero puede ser contraproducente para las personas.  La piedra angular de la legislatura son los Presupuestos y ahí es donde se verá si el Gobierno pasa de las musas al teatro y explica cómo está la caja. Mucho se ha hecho en poco más de cincuenta días de gobierno, pero las elecciones andaluzas pesan como una losa a la hora de aplicar definitivamente la medicina.

Rajoy insiste en que el objetivo es cumplir el compromiso de déficit, pero hemos entrado en una nebulosa en la que bailan decenas de miles de millones con los mercados apretando y Montoro y De Guindos haciendo malabarismos para ganar tiempo. Bruselas sigue presionando para rebajar 40.000 millones de euros, que es como cerrar de golpe los ministerios de Exteriores, Justicia, Defensa, Economía, Hacienda, Interior, Fomento, Educación, Industria, Agricultura…, o no pagar el paro o la mitad de las pensiones. Si a esto añadimos la reforma laboral de Fátima Báñez, que será eficaz a medio o largo plazo, pero que a corto deprimirá aun más el consumo, no pintan muy bien las cosas.

Recuerdo aquel antológico discurso de Adolfo Suárez en el Congreso en el que comparaba la titánica tarea de la reforma política con la reforma de una casa en la que era necesario cambiar las tuberías de agua, luz y gas sin cortar en ningún momento el suministro. Algo así pasa en esta segunda transición. Sería muy fácil hacer tabla rasa y empezar de nuevo; pero, por ejemplo, la reforma laboral tiene que convivir con casi seis millones de parados y hay que seguir pagando las pensiones. A los ejecutivos pijos de las agencias de rating esto no les importa porque lo único que ven es la cuenta de resultados, pero un político es algo más que un gestor de carteras, así que no vendría mal un poco más de firmeza ante Bruselas.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 18 de febrero de 2012

Vuelven las “fragonetas”

Podría escribir una columna “macro” con términos económicos muy pomposos que quedaría muy bien pero no diría nada, así que prefiero contar algo de lo que veo cada día. Mientras que los políticos sólo saben decir que el paro es “escalofriante”, en Madrid han vuelto las “fragonetas” como las golondrinas de Bécquer. Hasta en los barrios de postín se extiende la economía sumergida de venta ambulante. Se venden frutas, hortalizas, aceite, ropa, juguetes, detergentes, pescado, embutidos… Los municipales ya no dan abasto o hacen la vista gorda, pero mucha gente se gana la vida como puede. En talleres de reparación y chapuzas caseras se trabaja sin factura y sin IVA y muchos nacionales han vuelto a la paleta de albañil y al servicio doméstico. Cuadrillas de emigrantes recorren las urbanizaciones demandado alguna tarea por poco dinero. Se rebusca el papel, el plomo, el cobre, el latón y cualquier cosa que se pueda vender.

Cuando se está discutiendo sobre los “minijobs” miles de españoles, muchos de ellos plurititulados, trabajan a tanto la pieza sin contrato, condiciones, ni horarios y con la amenaza de que siempre habrá otro que lo hará más barato. Hasta los sindicatos denuncian que la gente ya no se pone mala por miedo a perder el trabajo, sobre todo en empresas pequeñas o medianas, ante la presión de las mutuas, ya que los contratos temporales se renuevan por días y el que no está no curra.  Esto es parte de la España real, Sra. ministra de Empleo, por mucho que sus asesores se lo envuelvan con papel celofán y un lacito. Doña Fátima haga lo que tenga qué hacer, pero hágalo pronto, si no la calle le va a dar la reforma hecha a base de economía sumergida y mayor precariedad. Eso sí, el café de las once es sagrado. Hoy he pasado a esa hora por la mayor oficina que tiene la Seguridad Social en Madrid y la desbandada de funcionarios a tomar el sagrado aperitivo ha inundado todos los bares de la zona. Como se ve, la procesión siempre va por barrios.

Artículo publicado por jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 10 de febrero de 2012