Escuchando estos días a los principales líderes del PP con motivo del asunto de las cuentas de Bárcenas me he reafirmado en el abismo que separa la clase política de los ciudadanos. Es verdad que lo mismo podría decir del PSOE, pero hoy son los populares los que mandan y los que firman en el BOE. Los españoles queremos saber qué hacen con nuestro dinero y ellos sólo dan explicaciones para salvar el culo.
Rajoy, Cospedal, Soraya y tantos otros se escudan en la legalidad como si de verdad lo importante fuera el Estado de derecho, pero somos muchos a los que la legalidad ya no nos basta, queremos la verdad. Y si la verdad tumba a los mandamases del partido que los tumbe y si la verdad tumba al Gobierno que lo tumbe. Rajoy prometió muchas cosas y es verdad que los acontecimientos, por ser benévolo, se han llevado muchas promesas como se las lleva el viento, pero otras, como acabar con la corrupción, no dependen más que de una decisión personal. En Génova se ha desatado la caza de brujas en busca de los filtradores y están obsesionados con que los jueces no tipifiquen como delito conductas indignas o, en otros casos, las den por archivadas o prescritas.
No son conscientes de que las explicaciones que dan no convencen y que aceptar un soborno, un cohecho o un sobre es una inmoralidad aunque no se le pueda aplicar el Código Penal. Parecen una clase superior pata negra inmune a las críticas de los que les pagamos el sueldo. Me gustaría preguntar a tantas plañideras que abundan en las ejecutivas de los partidos y en los platós de televisión ¿en qué les ha afectado de verdad la crisis, o es que hablan de oídas? Si no fueran tan hipócritas entenderían por qué estamos hartos de que nos mientan.
Imagen: Foto pp.es
Columna de Jesús F. Briceño publicada en el diario LA GACETA (MADRID), el 10 de febrero de 2013
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