José Ignacio Wert (Madrid, 1950), el nuevo ministro de Educación, Cultura y Deporte, es, ante todo, una persona dialogante, que cuenta con una sólida formación. Ni es académico de laboratorio, ni político profesional, ni miembro de la farándula del mundillo del arte en el más amplio sentido de la palabra. En su curriculum actual figura como presidente de Inspire Consultores, pero José Ignacio Wert conoce, sobre todo, además de la sociología, el mundo de los medios de comunicación.
Mariano Rajoy ha pedido a este sociólogo y licenciado en Derecho por la Universidad Complutense, que atienda tres ministerios en uno sin que se le noten las preferencias por ninguno de ellos. La cartera de Cultura estaba sentenciada tras una polémica gestión por parte de la ministra Ángeles González-Sinde, pero al menos el nuevo Gobierno ha salvado el honor manteniendo el nombre en el frontispicio de su denominación. La toma de decisiones pasará ahora de la Casa de las siete chimeneas a la calle de Alcalá, por lo que casi tan importante como el nombre del nuevo ministro será la de sus colaboradores más inmediatos ya que se supone se abrirá un abanico con, al menos, tres Secretarios de Estado, uno para Educación, otro para Cultura y uno más para Deporte.
A partir de ahí todas las conjeturas están abiertas ya que los responsables directos del cine, los museos, la edición de libros, el patrimonio, etc. deberán tener una graduación menor y ahí puede empezar la criba ya que muchos de sus subordinados pueden estar al mismo nivel que algunos de sus superiores. No obstante, José Ignacio Wert no es un neófito en estas lides y, sobre todo, su amplio conocimiento del abigarrado mundo de los medios de comunicación, en especial de la radio y la televisión, en donde ha ejercido como jefe del Servicio de Estudios de RTVE, además de subdirector del CIS y profesor de Sociología Política de la Universidad Autónoma de Madrid, le puede ser muy útil a la hora de explicar y trasladar a la opinión pública estos cambios.
Desde los años ochenta, con treinta y dos años, José Ignacio Wert lleva entrando y saliendo de forma intermitente del mundo de la política. Cuenta en su haber con la vocación de servicio público que inspira la política, pero no se ha convertido en un político profesional e, incluso ha hecho algo que no suele ser habitual entre los que cobran una temporada un sueldo público, como abandonar el cargo para regresar a la actividad privada. En 1982 se afilió al Partido Demócrata Popular (PDP), llegando a formar parte de su Comisión Ejecutiva Nacional, y fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid por Coalición Popular en los comicios municipales de 1983. Desempeñó este puesto hasta 1986, ya que en las elecciones generales del 22 de junio de ese año salió elegido diputado del PDP a las Cortes por la La Coruña, en la coalición AP-PDP-UL. Renunció al escaño y abandonó la actividad política para reintegrarse a sus actividades profesionales.
José Ignacio Wert es también un emprendedor ya que desde 1987 hasta 2003 ha sido presidente de Demoscopia, instituto privado dedicado a la investigación de opinión y mercado. En 1994 presidió Sofres AM, empresa de medición de audiencias televisivas, y a continuación fue nombrado consejero delegado de la compañía de encuestas Sofemasa, propiedad del Grupo Sofres, cargo en que cesó ese mismo año para volver a Demoscopia.
Ha sido también Presidente de ESOMAR, la Asociación Global de Investigadores de Opinión y Mercado, así como de la EFQM (European Foundation for Quality Management), que ha presidido entre 2003 y 2009 en representación de BBVA. Autor de numerosos artículos, monografías y libros sobre Sociología Política y Sociología de la Comunicación, es más conocido para el gran público por sus colaboraciones como tertulianos en varias cadenas de televisión nacionales y colaborador sobre asuntos de sociología política en distintos periódicos.
Tal como vimos en el debate de investidura José Ignacio Wert está llamado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a pilotar una amplia y profunda reforma de la educación, sobre todo en sus etapas primaria y secundaria, con el fin de ganar calidad y atajar tanto el abandono escolar como los bajos baremos de conocimientos que nos otorgan los indicadores internacionales (informe Pisa). De su sensibilidad hacia la Cultura va a depender en buena parte que el entramado de conservación, creación, difusión y explotación de la industria cultural, que tiene en España un importante peso en el PIB y una amplia generación de puestos de trabajo, no se difumine entre sus hermanas políticas de Educación y Deportes y que la convivencia de todas sea fructífera en las manos del nuevo ministro.
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