El caso de Strauss-Khan no sólo ha puesto de relieve la conducta desordenada de alguno de los líderes mundiales que nos gobiernan sino que incide en la doble moral de una izquierda que vapulea a la derecha en los mítines pero adopta las costumbres más libertinas del viejo régimen. Los jóvenes de mayo del 68 y los líderes de la izquierda española han sucumbido ante los placeres de la jet y se codean con los potentados más exhibicionistas, si no se han convertido en uno de ellos. Eso sí, aderezan su discurso “progre” con caviar beluga.
Hoy, evidentemente, siguen existiendo personas adineradas y otras, tras la crisis, en fase de exclusión por falta de recursos, pero ni los unos ni los otros se mimetizan exactamente con la derecha y con la izquierda. Hay pobres de pedir que jamás votarán al PSOE y otros que han hecho su fortuna de prisa que jamás le darán su confianza a Rajoy. Igual que hay una derecha ostentosa, hay una izquierda guache divine que derrocha a manos llenas lo que otros necesitan y no contentos con dilapidar lo suyo lo hacen también con el dinero de los demás.
Esta misma semana el candidato socialista al ayuntamiento de Madrid, Tomás Gómez, un hombre del común, según su propia definición, exigía a los miembros de su gobierno (si gana) abjurar de los servicios privados para utilizar sólo servicios públicos, metro bus incluido. Lo hacía desde un hotel de cinco estrellas con cubertería de plata y fue jaleado por los suyos y por Carme Chacón. Al finalizar el acto, todos ellos abordaron sus coches oficiales, con chófer y escolta, para continuar la campaña electoral.
En 1907 Herbet George Wells (1866-1946) publicó un breve texto revolucionario de gran éxito, titulado “La miseria de los zapatos”. Su tesis era que por el calzado se podía diferenciar a un hombre de derechas de otro de izquierdas. Escuchar a los líderes del PSOE en esta campaña es como retroceder cien años en el túnel del tiempo ya que utilizan argumentos obsoletos que hoy no tienen ninguna vigencia.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 19 de Mayo de 2011
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