Conocen la crisis por los periódicos o quizá a través de algún familiar, como Casillas, pero no la sufren en sus carnes. Los tres ex ministros de Economía del PSOE, Boyer, Solchaga y Solbes dan recetas sobre España con la frialdad del forense que disecciona un cadáver.
Terminada la clase cada cual a su nicho de oro. Los tres se lamentan de que no podamos devaluar la moneda, ese arma secreta de los Gobiernos que nos hace más pobres con nocturnidad y alevosía, pero salva la balanza de pagos. Los tres tenores de la economía son expertos en ajustes duros pero a Zapatero ni tocarlo, sólo algún pellizco de monja. Los culpables de la crisis son Merkel y Rajoy. La primera, por cargar sobre la deuda de España las consecuencias de la reunificación alemana, y el segundo –según José Blanco–, por antipatriota.
Zapatero acude este fin de semana al gran examen de Europa. Los eurócratas saben que es un presidente desacreditado y pretenden cebarse con España, aunque otros países tienen el techo de cristal. A Salgado le han mandado volver en septiembre con un recorte adicional del déficit. Pintan bastos en Bruselas y quieren poner de rodillas a España con el chantaje del fondo de rescate de la UE o del FMI. A lo que UGT y CC OO responden con una huelga general másIVA en septiembre y no con mayor productividad. Zapatero reconoce que su Gobierno no genera credibilidad. La prima de riesgo alcanza máximos el día que presenta una reforma laboral con despido barato y tramitación política incierta.
Los mercados son voraces y no cejarán en su acoso hasta que el Gobierno humille y se declare insolvente o mande un mensaje inequívoco de firmeza y austeridad. Rato pide que se acabe con el goteo y se pongan todas las medidas encima de la mesa para ganar la confianza perdida. Zapatero está amortizado, pero aún tiene el futuro de España en sus manos, aunque ya lo ha dicho Solchaga: los líderes actuales no están a la altura de las circunstancias.
Artículo de Jesús F. Briceño publicado en La Gaceta (Madrid) el 17 de junio de 2010
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