¿Son éstos los presupuestos de la recuperación?
Mientras el Gobierno dice que son austeros para salir de la crisis, la oposición y los agentes económicos lo ponen en duda. La principal crítica estriba en que la subida de impuestos lastra el consumo, no genera empleo y las empresas pierden competitividad.
¿Pagarán más los ricos?
Esta es una falacia instrumentalizada por el Gobierno. No se tocan los impuestos redistributivos como la renta, el patrimonio o sociedades, sino los indirectos que afectan a la mayoría de la población. La eliminación de la reducción de los 400 euros y el incremento del IVA castiga más a las rentas del trabajo, a los pensionistas y desempleados.
¿Se penaliza el ahorro?
Se penaliza el ahorro modesto, el de los pequeños accionistas, depósitos y cartillas a los que se les sube al 19 por 100 el tipo de gravamen. A pesar de que también se sube al 21 por 100 los rendimientos superiores a los 6.000 euros, la mayor parte de los 800 millones que se esperan recaudar con esta medida saldrán de los bolsillos de las clases medias.
¿Disminuye el gasto público?
El gasto público disminuye un 3,9 por 100 y el déficit estimado será del 5,4 por 100, pero se mantiene la incógnita de si los ingresos previstos son reales o ficticios como en 2009. El Gobierno prevé incrementar la recaudación el 21,2 por 100 por el optimismo que genera la recuperación de Alemania o Francia, pero no cambia el modelo productivo.
¿Son unos presupuestos solidarios?
Si entendemos por solidaridad crear empleo, redistribuir la riqueza, disminuir la deuda que puede llegar a seiscientos mil millones de euros, fomentar la I+D, la vivienda o el automóvil, apoyar a los autónomos y pymes y no sólo pagar a los parados, no. A una familia de clase media estos PGE les supondrá un desembolso adicional de 1.500 euros con un paro rozando el 20 por 100.
¿Qué pasa con las pensiones?
Las pensiones están garantizadas con independencia del partido que gobierne. Crecen con carácter general un 1 por 100 y las mínimas entre el 2 y el 4 por 100.
Análisis publicado por Jesús Fernández Briceño en el diario La Razón (Madrid), el 30 de septiembre de 2009
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