La cumbre de Pittsburgh se inicia sin la parafernalia de las anteriores en Washington y Londres. Quizá sea buena señal porque tal como marcan los cánones taurinos, corrida de expectación, corrida de decepción. La situación económica dista mucho de ser la de hace un año tras la quiebra de Lehman con los mercados financieros estrangulados y Pittsburgh puede certificar el principio del fin de la crisis.
Grandes locomotoras como Alemania y Francia ya han anunciado su recuperación y se espera la confirmación de esta tendencia en EEUU y el Reino Unido. No así en España anclada en una fortísima recesión que, de momento, no ve la salida del túnel. China se ha convertido en el granero de las reservas de dólares y existe expectación por saber si dará cabida al euro en su cesta como moneda refugio, lo que sería un revulsivo en el comercio internacional.
La cumbre de Londres se despachó con una declaración de principios sobre la prevalencia del hombre sobre los mercados que poco ha hecho cambiar las reglas de la economía, ya que siguen pendientes las reformas del FMI y del Banco Mundial. La otra apuesta del G20, el Consejo de Estabilidad del que forma parte España, sí avanza en pro de una nueva regulación y supervisores supranacionales, aunque el foco de la opinión pública está en el sueldo de los banqueros y en la nebulosa del cambio climático.
Artículo publicado por Jesús Fernández Briceño en el diario La Razón (Madrid), el 24 de septiembre de 2009
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