Zapatero se va a cobrar los 400 euros que alegremente repartió el año pasado como deducción en el IRPF a través de la anunciada subida del IVA. El impuesto sobre el valor añadido grava el consumo y por su propia naturaleza es técnicamente neutro para las empresas y teóricamente injusto para los ciudadanos, ya que no establece ningún criterio de proporcionalidad sobre la renta. Pagan igual ricos que pobres.
Por esta razón la subida del tipo impositivo general que ahora está en el 16 por 100 supondrá un mayor esfuerzo fiscal a las rentas medias y bajas que son las que más consumen en términos absolutos. Hacen falta quince mil millones adicionales para cuadrar las cuentas con un déficit que no supere el 12 por 100 y de algún sitio tiene que salir el dinero. Lo ortodoxo sería promover el incremento de la actividad económica para que el propio sistema productivo genere los ingresos adicionales que necesita el Estado vía beneficios empresariales o sobre el incremento de la renta personal y no pagando a escote el despilfarro público.
El IVA grava directamente las compras encareciendo los productos y servicios ya que las empresas repercuten en cadena todos los ivas soportados en el proceso productivo. Como mal menor el incremento de la recaudación es inmediato y como mal mayor hay que señalar que puede desincentivar el consumo y favorecer la economía sumergida aunque subirá el IPC.
Artículo publicado por Jesús Fernández Briceño en el diario La Razón (Madrid), el 20 de septiembre de 2009
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