La confirmación del descenso del PIB nos aleja de otros países que ya están en la senda de la recuperación. La salida de la crisis requiere confianza y capital inversor más allá de planes y subvenciones coyunturales. Pero el clima en el que se desenvuelve la vida política en verano está trufado de noticias alarmantes sobre escuchas y espionajes que aportan poco a la seguridad jurídica que debe primar en un país que pretende ser reconocido entre las primeras potencias del mundo.
Siempre que se vislumbra un cambio en el panorama económico o político aparece nuestro «Watergate» particular. Ocurrió en el asalto del socialismo a los grandes bancos; poco después, el CESID y otros agentes «pseudopoliciales» protagonizaron otra batalla de dossieres y escuchas que afectó a empresarios y medios de comunicación. Hubo espías en la batalla de las opas de Endesa. La recurrente utilización de estos métodos con fines torticeros poco ayuda a atraer la inversión tan necesaria en estos momentos como antídoto contra la crisis.
En el ránking que elabora el Banco Mundial sobre los mejores países para hacer negocios España lleva varios años perdiendo posiciones, y en un discreto puesto en la mitad de la tabla. La economía española sigue planteando numerosas trabas a la apertura de nuevos negocios y el clima de inseguridad que evidencia este espionaje incontrolado no es el mejor caldo de cultivo para atraer capitales.
Artículo publicado por Jesús Fernández Briceño en el diario La Razón (Madrid), el 16 de agosto de 2009
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