El presidente del Gobierno comienza a hacer su travesía del desierto y a reconocer las verdades del barquero -no las del banquero- que hasta ahora se ha negado a aceptar para que no le enturbien el paisaje. Como decimos en periodismo a los becarios, para que hagan todo lo contrario ¡natuaralmente!,: «no dejes que la realidad te estropee un buen titular…» La crisis, aunque la vida sigue y no todo el mundo está en paro, ni le han denegado un crédito, ni se ha arruinado, etc., presenta cada vez su lado más oscuro porque ahora está llegando a la calle y los cerca de cuatro millones de parados (contando a los que por unas razones o por otras excluye el INEM) se dejan ver por las calles. Las primeras palabras del presidente José Luis Rodríguez Zapatero en su comparecencia en el Congreso en el pleno extraordinario sobre la crisis han ido destinadas al recuerdo de lo que «se esconde detrás de los números», en referencia a los más de tres millones de parados. «No hay nada más importante que acertemos» en las medidas a adoptar, ha asegurado Zapatero, que ha hablado de «combate» al referirse a la lucha contra el paro. Pero con el pecado va la penitnecia y si antes veía luz al final del túnel, ahora reconoce que «aún no hemos tocado fondo», para definir la situación de crisis financiera global. «Podemos anticipar que España está en recesión en el último trimestre del año pasado» y «es en el mercado laboral donde la crisis muestra su faz más negativa e inquietante», ha dicho Zapatero antes de repasar con datos la repercusión de la crisis en el mercado laboral. Zapatero, que ha recordado de nuevo que los analistas erraron en sus previsiones, ha denunciado los efectos sobre «ciudadanos de todo el mundo» de la «codicia ilimitada» de quienes se han aprovechado de la mala regulación de los mercados.
El presidente confirmó que el Ejecutivo está estudiando una fórmula para «mantener e incrementar la cobertura de la prestación por desempleo, sea cual sea el número de parados» que alcance el país en esta crisis. Zapatero anunció que el próximo Consejo de Ministros acordará reducir los gastos no financieros del Estado en 1.500 millones de euros para destinarlos a otras partidas «fuertemente afectadas» por la crisis, como las prestaciones por desempleo. Lo malo es que con esa cantidad no siquiera se cubre el déficit del año pasado, pero es lo que hay.
Como mal de muchos consuelo de tontos, los ojos de los políticos a este lado del Atlántico se dirigen hacia Estados Unidos, pendientes de si allí aciertan con las medidas y la ola anticrisis llega hasta a Europa. El Senado americano aprobó un plan de estímulo económico de 838.000 millones de dólares, texto que habrá de unificarse con el aprobado por la Cámara de Representantes antes de ser enviado a la Casa Blanca. Con 61 votos a favor y 37 en contra, los senadores aprobaron su versión del plan de estímulo. El Gobierno de EE.UU. dirigido por Barack Obama ha definido su programa, basado en tres puntos, para ayudar a los bancos que se han visto duramente afectados por la crisis. El plan de rescate busca limpiar hasta 500.000 millones de dólares en activos «basura» de poder de los bancos y respaldar 1 billón de dólares en nuevos préstamos a través de un programa expandido de la Reserva Federal. El llamado Plan de Estabilidad Financiera, desarrollado por Geithner también destinará 50.000 millones en un rescate federal para tratar de evitar impagos inmobiliarios y suavizar el impacto de la crisis que ahora asola a la economía en su conjunto.
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