El año 2009 comienza con una subida generalizada de precios de los servicios básicos en medio de la crisis y con una recesión confirmada por el Banco de España. Pero lo más grave no son sus consecuencias sobre el bolsillo o el empleo de los españoles, sino la percepción que tiene el ministro de Economía Pedro Solbes, que está convencido de que vamos a tener un buen año. No reconocer la gravedad de la situación es más preocupante cuando el responsable que tiene que hacer frente a la crisis, y cuyos Presupuestos han quedado obsoletos, mira para otro lado. Ya conocemos las subidas de precios por encima del IPC, o el pequeño respiro de las hipotecas, pero desconocemos los datos reales de la economía española sobre los que deben hacerse las previsiones para 2009, situación agravada por la propuesta de financiación de las CCAA con nuevas promesas de Zapatero. Hasta ahora todas las ofertas que se han llevado a cabo para paliar la crisis recaen sobre nueva deuda pública, lo que va a suponer un lastre para encauzar la recuperación cuando ésta se produzca. Sólo la perspectiva de tres convocatorias electorales en 2009 (gallegas, vascas y europeas) y el miedo a que el reconocimiento de la realidad pueda pasarle factura explica la frivolidad con la que Gobierno ha recibido el nuevo año.
(Artículo publicado en La Razón el 2 de enero de 2009).
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