La reforma del sistema de financiación de las CCAA propuesta por Solbes es un impulso al autogobierno, un guiño a los nacionalistas y a las comunidades más ricas, pero su aplicación, a falta de conocer los datos económicos reales que la hagan factible, corre el riesgo de convertir a España en un reino de taifas con diecisiete regímenes fiscales diferentes además del estatal.
El sistema reconoce la población real y la corresponsabilidad fiscal de las CCAA, pero permite un IRPF a la carta, lo que puede crear diferencias injustificables en aras de la cohesión interterritorial especialmente en comunidades limítrofes. Además, puede hacer más profunda la ruptura de la unidad de mercado, mermando competitividad a nuestras empresas. Su aplicación va a coincidir con la entrada de la economía española en recesión, justo cuando disminuyen los ingresos y aumenta el déficit. Si no hay caja difícilmente se pueden mantener e incrementar los servicios públicos y las prestaciones sociales a pesar de los fondos de competitividad y cooperación, derivando en nuevos impuestos. En época de crisis el Gobierno le pasa la patata caliente de la recaudación y los servicios públicos a las CCAA. Se echa en falta una apelación a la austeridad en el gasto, asignatura pendiente de nuestras autonomías. En el fondo consolida una España de dos velocidades: CCAA ricas y otras menos desarrolladas, lo que no garantiza la igualdad entre los ciudadanos.
(Artículo publicado en el diario La Razón, el 31 de diciembre de 2008)
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