Preguntado por las medidas que pueden adoptar los reguladores o los gobiernos, dijo que no hay BOE capaz de borrar de un plumazo las consecuencias de la crisis, aunque hay que profundizar en la transparencia de las entidades financieras, evitar los errores que se han cometido en la gestión de riesgos y lanzó una dura crítica a las agencias de rating (lo mismo hizo ayer Emilio Botín al recibir un premio de la Asociación de Directivos de Comunicación) que han hecho muy mal su trabajo. También se deben modificar los criterios de contabilidad y coordinar mejor la supervisión de los mercados financieros, incluso recurriendo a un regulador global.
Respecto a las decisiones que pueden adoptar los Gobiernos, la receta del comisario es la disciplina presupuestaria, aunque en este caso lanzó un capote al Gobierno de Zapatero al insistir en que España no debe preocuparse por presentar déficit este ejercicio y el próximo. «El problema -añadió- es superar el 3 por 100 de déficit y se mostró partidario de introducir en el mercado de trabajo mayor flexibilidad compensada con mayor seguridad. José María Fidalgo de CC.OO., que estaba en la mesa presidencial, no quiso dar su opinión al respecto, anunciando que lo haría en su intervención en este mismo foro, que está prevista para el próximo lunes. Añadió además, adelantándose a alguna de las preguntas, que «nadie en la UE pone en cuestión las medidas que está llevando a cabo el Banco Central Europeo, cuyas decisiones nos han dado estabilidad y han permitido crecer más y mejor. La espiral inflacionista sólo produce más paro y menos futuro para todos».
Cosechó aplausos de la concurrencia, casi todos empresarios, ex altos cargos socialistas y algunos representantes del PP, como Cristóbal Montoro, cuando dijo que acepta la ayuda del Estado cuando hay riesgo para el sistema, pero siempre que estas ayudas no signifiquen socializar las pérdidas y privatizar los beneficios. «Como socialista no lo puedo aceptar», dijo. Preguntado sobre su percepción de la crisis, confesó que en julio de 2007 ya dijo que la situación era insostenible, más grave que la crisis de las punto.com del año 2000.
Pero quizá su manifestación más contundente se la dirigió al presidente de la patronal Diaz Ferrán de quien dijo que sus declaraciones pidiendo al gobierno un paréntesis en la economía de mercado le parecían desafortunadísimas y que seguro que el presidente de la CEOE estaba arrepentido. Ante una pregunta de Cristóbal Montoro que aburrió al personal Almunia se ratificó en que el modelo europeo es mejor que el americano y que prefiere leer las noticias de Europa en el Financial Times antes que las de Estados Unidos en el Wall Street Journal, lo que no dejó de ser una provocación, ya que el pagano del almuerzo en el Ritz era, precisamente, el Wall Street Journal. Respecto de la jornada laboral que la Comisión quiere elevar por encima de las sesenta horas semanales, muy lejos de las cuarenta que el propio Almunia aprobó cuando era ministro de Trabajo, dijo que, en su opinión, no prosperará. Fue enérgico al afirmar que nadie debe echar por la borda lo que se ha conseguido, ni despreciar lo que tenemos, y que el pacto de estabilidad no debe romperse. Terminó con una frase sobre la crisis que, al menos, arrancó una sonrisa a los asistentes: «Todos sabemos las reformas que hay que hacer, pero lo que no sabemos es cómo ganar las elecciones al día siguiente».
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