Los sindicatos ya hicieron su huelga general, bueno ¿y qué? Pues nada, cumplieron parte del papel que tienen asignado en esta hoja de ruta. Por su parte el Gobierno respira aliviado ya que no habrá próxima confrontación antes de seis meses, más o menos hasta mayo de 2013, y eso es bastante asumible. Para las empresas tampoco ha llegado la sangre al río y seguirán despidiendo a troche y moche, que es lo que toca. UGT y CCOO han salvado la cara ante sus bases y los partidos han hecho el paripé ante sus militantes. El PSOE, apoyando la huelga, y el PP compungido de que se la hagan. La izquierda oficial pasa página y la derecha también.
Vienen las navidades, más austeras que nunca, pero sobre todo vienen los hombres de negro con el dinero de la banca. Ahí está el quid de la cuestión y la madre de todas las reformas. En el Gobierno cuentan los días esperando que llegue en cash y no en palabras bonitas los cuarenta mil millones en números redondos a los que se ha comprometido la eurozona para tapar las vergüenzas de la banca. Dicen que la orden se dará a finales de este mes de noviembre y que la pasta llegará más o menos en el puente de la Constitución.
Hay quien se tienta la ropa, no vaya a ser como en Grecia, que los plazos a veces se dilatan, y el dinero no llega so pena de nuevas exigencias y recortes. Eso lo sabe Rajoy, Rubalcaba, Toxo y Méndez, por mucho que a veces a alguno se les caliente la boca. Lo que sí se les está calentando es la calle más allá del control político o sindical. El descontento del ciudadano de a pie, aquel que no sigue consignas, es palpable, sobre todo aquellos que no tenemos ni cargo sindical ni un empleo público que defender. Esos estamos hasta los mismísimos de que nos tomen el pelo.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 18 de noviembre de 2012
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