Las elecciones vascas y gallegas se han cruzado en la pista de despegue del rescate y corremos el riesgo de que el Gobierno y la oposición pierdan el norte con falsas promesas incapaces de ser cumplidas. Estábamos en un momento dulce con la bolsa subiendo y la prima bajando, pero ha sido regresar los políticos de vacaciones y la han liado parda. Los líderes han vuelto con la boca caliente y ya estamos otra vez con declaraciones y desmentidos, y lo que parecía encarrilado se ha vuelto a desbaratar. Estamos en el fondo del pozo y la realidad es que difícilmente vamos a estar peor, a pesar del otoño caliente que se avecina. Los fundamentales de las empresas españolas siguen siendo sólidos, aunque arrastran una penalización extra por la degradación de la solvencia de reino de España. Se ha incrementado de forma espectacular la productividad de los trabajadores a costa del aumento del paro, ya que el PIB producido se reparte entre menos activos ocupados, y también se está restañando la balanza de pagos con un incremento de las exportaciones. No es mucho, pero es un punto de partida con un rayo de esperanza.
El sector privado ha hecho una restructuración brutal a lo largo de los últimos cinco años. Se han ajustado plantillas y salarios manu militari con mucha menos conflictividad laboral de la que está aflorando y la que se espera en el sector público. Es un panorama no exento de riesgos, ya que entre otras amenazas está la de la vulnerabilidad de la mayor parte de las empresas de Ibex cuyo precio en Bolsa es infinitamente más bajo que la valoración de sus activos. Eso sin contar con los colectivos de pymes y autónomos que han degradado sus expectativas de futuro hasta límites que ponen en riesgo su propia supervivencia a costa de no cerrar sus negocios. La patata caliente está ahora en manos del Gobierno y de los líderes autonómicos, que están dando una lamentable imagen de fragilidad y desunión al tiempo que piden solidaridad y sacrificios al resto de los españoles.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 2 de septiembre de 2012
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