El Gobierno no está muy convencido de si ha acertado con la prórroga de los 400 euros, pero no ha querido tensar más la cuerda en su batalla con los sindicatos y la oposición. Lo que sí tiene claro es que esta subvención no sirve para cumplir el objetivo principal que es el de incentivar la búsqueda de trabajo, sino que tiene el efecto contrario. Los informes que manejan tanto la patronal como las centrales sindicales son muy claros a este respecto. Se busca empleo de forma activa justo en los primeros meses del paro, pero si no se consigue ya no se vuelve a buscar de forma intensiva hasta que se acaba la prestación o las subvenciones no contributivas. El dinero gratis se convierte en una forma de supervivencia que si se puede hacer compatible de forma ilegal con algún trabajo de economía sumergida se transforma en un salario para ir tirando. Esta es la realidad por mucho que se empeñen unos y otros en mirar para otro lado, ya que ni el Gobierno tiene inspectores para evitarlo, ni muchos trabajadores quieren aceptar una sustancial rebaja en sus retribuciones.
Ante su incapacidad para hacer frente a la crisis Zapatero puso el acento de su política en subsidiar el paro sin tratar de hacer una economía competitiva. Ahora Rajoy se debate entre seguir con la política absurda de ZP o apostar por el empleo, aunque sea a costa degradar los salarios a bono basura. En este momento muchos se preguntan qué se puede hacer con esos 426 euros. Por ejemplo, se puede obligar a hacer trabajos sociales, o a perderlos de forma inmediata si rechaza una oferta de empleo u otras similares. Si no se adoptan medidas que incentiven la búsqueda de trabajo la sola prórroga de la subvención es poco pan para hoy pero más hambre para mañana. Tampoco hubiera estado mal que dado que esta partida es de unos 70 millones de euros al mes se hubiera reducido esta cantidad de las subvenciones que reciben partidos políticos y sindicatos o cerrando el equivalente de instituciones inútiles.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 25 de agosto de 2012
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