Uno de los puestos clave en el Gobierno es el de ministro portavoz, sobre todo cuando se trata de explicar con palabras sencillas temas complejos como los económicos. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, tras unos primeros titubeos que pusieron en evidencia algunas diferencias y falta de coordinación entre los ministros de Hacienda y Economía, ha ido adquiriendo tablas y se crece cada viernes a la hora de dar cuenta de las medidas de austeridad aprobadas en Consejo de ministros, como las que afectan al sueldo de los altos cargos, consejeros y poda de empresas públicas.
Rajoy se empeñó, en una controvertida decisión, en que no existiera una vicepresidencia económica y, poco a poco, Soraya va ocupando ese hueco e imponiendo su autoridad ante los dos ministros de la cosa económica y otros colaterales. En las primeras ruedas de prensa la vicepresidenta del Gobierno pasaba por encima de los temas financieros por su complejidad, remitiendo a los expertos, pero ahora se crece en la suerte y no solo no elude las preguntas sino que lleva preparadas las respuestas con ejemplos didácticos.
En los próximos días tendrá su prueba de fuego con la presentación y defensa de los Presupuestos Generales del Estado que, aunque son responsabilidad del ministro Cristóbal Montoro, necesitarán ser explicados más allá del galimatías de las cifras de déficit, del servicio de la deuda o de las transferencias entre administraciones, ya que estamos hablando de medidas que afectan al bolsillo, a la cesta de la compra, y a la financiación de la sanidad o la educación. Se trata de abordar, como lo haría un prudente padre o madre de familia, una situación de emergencia nacional sin crear alarma social y haciendo creíble que los que más tienen van a contribuir más a la financiación del Estado sin caer en demagogias. Hace falta mano de hierro en guante de seda para tragar la medicina de caballo que viene.
(Foto: lamoncloa.gob.es)
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 23 de marzo de 2012
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