Ya tenemos las tres patas para un banco: estabilidad presupuestaria, reforma financiera y reforma laboral. Pero Bruselas quiere más y tiene su parte de razón, aunque la medicina de caballo es buena para los equinos, pero puede ser contraproducente para las personas. La piedra angular de la legislatura son los Presupuestos y ahí es donde se verá si el Gobierno pasa de las musas al teatro y explica cómo está la caja. Mucho se ha hecho en poco más de cincuenta días de gobierno, pero las elecciones andaluzas pesan como una losa a la hora de aplicar definitivamente la medicina.
Rajoy insiste en que el objetivo es cumplir el compromiso de déficit, pero hemos entrado en una nebulosa en la que bailan decenas de miles de millones con los mercados apretando y Montoro y De Guindos haciendo malabarismos para ganar tiempo. Bruselas sigue presionando para rebajar 40.000 millones de euros, que es como cerrar de golpe los ministerios de Exteriores, Justicia, Defensa, Economía, Hacienda, Interior, Fomento, Educación, Industria, Agricultura…, o no pagar el paro o la mitad de las pensiones. Si a esto añadimos la reforma laboral de Fátima Báñez, que será eficaz a medio o largo plazo, pero que a corto deprimirá aun más el consumo, no pintan muy bien las cosas.
Recuerdo aquel antológico discurso de Adolfo Suárez en el Congreso en el que comparaba la titánica tarea de la reforma política con la reforma de una casa en la que era necesario cambiar las tuberías de agua, luz y gas sin cortar en ningún momento el suministro. Algo así pasa en esta segunda transición. Sería muy fácil hacer tabla rasa y empezar de nuevo; pero, por ejemplo, la reforma laboral tiene que convivir con casi seis millones de parados y hay que seguir pagando las pensiones. A los ejecutivos pijos de las agencias de rating esto no les importa porque lo único que ven es la cuenta de resultados, pero un político es algo más que un gestor de carteras, así que no vendría mal un poco más de firmeza ante Bruselas.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 18 de febrero de 2012
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