A la hora de un fichaje para un cargo en un banco, caja o empresa del Ibex lo más importante es negociar el sueldo, la indemnización y las condiciones del blindaje. Lo del proyecto empresarial, el ambiente de trabajo, etc., es puro cuento. En los siguientes días el directivo trata de afianzar su posición en la empresa bajo un dogma no escrito pero que se cumple de forma inexorable: lo que no consigas en los primeros cien días no lo conseguirás a lo largo de toda tu vida laboral. Durante este periodo el directivo renegocia su despacho, el bonus, coche, pensión, cuentas de teléfono y uso de las tarjetas de crédito. Se reúne mucho y trabaja poco para la empresa y mucho para sí mismo.
El escándalo por las compensaciones multimillonarias que han recibido los directivos de algunas cajas de ahorro es de una hipocresía indescriptible. No sólo ocurre en las cajas, sino que es práctica habitual en los bancos, en las empresas públicas y en la mayoría de las sociedades que cotizan en Bolsa. Lo sabe el gobernador del Banco de España que tiene a sus inspectores sentados en las entidades de crédito y aprueba sus cuentas; lo sabe la ministra de Economía que también ha recibido indemnizaciones importantes en su vida laboral y lo sabe el presidente de la Comisión Nacional de Mercado de Valores que hace la vista gorda, ya que en esa casa es habitual saltar de lo público a lo privado y viceversa.
La norma para que los banqueros o cajeros devuelvan los sueldos abusivos no servirá de nada. Se cargó en otro tiempo contra las stocks options y todo el mundo las ha cobrado de una forma u otra haciendo multimillonarios a los directivos sólo por cumplir con su trabajo y no meter la pata. Los comités de retribuciones formados por consejeros amigos son pura fachada para aprobar los sueldos de los amiguetes amparándose en que son homologables con los usos y costumbres de la competencia y que los han aprobado Juntas de accionistas mudas. Puro cuento, nos toman el pelo y se lo llevan crudo.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 8 de octubre de 2011
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