Desde Adam Smith a los flamantes premios Nobel de economía de este año, Christopher A. Sims y Thomas J. Sargent, los hombres han intentado buscar una explicación al porqué de las cosas, sobre todo por qué unas veces somos más ricos y otras más pobres, el devenir de los ciclos económicos y la supervivencia del estado del bienestar. A lo largo del siglo XX se enfrentaron dos modelos, el de economía planificada y el de libre mercado y al final ganó el segundo porque el socialismo anuló la capacidad de los hombre por escoger su propio destino.
Ahora el debate ya no se basa en grandes dogmas sino entre el sentido común y la utopía, y no precisamente la de Tomás Moro, sino la de los cantos de sirena o la galbana de la cigarra. Estamos en una encrucijada en la que se impone el ahorro frente al gasto; la austeridad frente al despilfarro; la honradez frente al fulgor de los arribistas. Sin embargo, vivimos bajo la dictadura de los índices de coyuntura y las cuadernas del Estado crujen al son que nos marcan Fitch, S&P, o Moody´s.
Durante el gobierno de Zapatero las decisiones que tienen que ver con la economía real han brillado por su ausencia. Todo ha sido como en el síndrome de Casandra tejer y destejer. ZP ha hecho de la rectificación la base de su ideario político. Entre bromas y veras, y tras firmar el pacto de Rota con la OTAN, se especula en la burbuja de Madrid que ya sólo le falta pedir perdón y afiliarse al PP. La reforma laboral que tan cara vendió tiene los días contados y el descrédito ha llegado hasta el Banco de España. Ha gobernado con la arrogancia de los ignorantes y bajo la dictadura de los analistas, de la prima de riesgo y de las agencias de rating, olvidando a los trabajadores y empresarios. El resultado es un nuevo estancamiento de la economía. Los cuarenta días que quedan para la cita del 20-N parecen más jornadas de ayuno que impregnadas de la ilusión por el cambio que suscita una campaña electoral. De todas formas si sirve como eslogan, de peores hemos salido.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 13 de octubre de 2011
0 Comentarios.